Alrededor del mar Egeo, se desarrollaron dos culturas, la minoica (llamada así por el rey Minos de Creta), y la micénica, expandida desde la ciudad de Micenas. Se considera al arte egeo como el prefacio del arte griego, aunque hay discusión sobre sus posibles relaciones.
Creta
Es difícil adscribir a los cretenses minoicos con algún pueblo conocido. Una de las tesis más admitida es que son herederos directos de los habitantes neolíticos de la isla (que llegarían a la misma hacia el 6000 a.c.) y que los pueblos no neolíticos (indoeuropeos o no indoeuropeos) que pudieran haber llegado a la isla no se impusieron, sino que se vieron absorbidos por la cultura cretense sin imponer la suya.
El liderazgo espiritual y material, lo ejercía el rey, obligado a renovar su mandato cada año mediante un ritual de casamiento-rejuvenecimiento con la Gran Diosa Madre, diosa de la fertilidad, representada en la gran sacerdotisa. Su sociedad presentaba una gran especialización, con escribas, carpinteros, pastores, agricultores, herreros, pintores… Poseían la escritura en forma de jeroglífico, que evolucionó hacia el Lineal A, aún no descifrado. El comercio se veía favorecido por la fabricación y exportación de productos de lujo en oro y plata, y de cerámicas. Contaban con una gran flota, dedicada principalmente al comercio.
La cultura minoica nos presenta un nuevo concepto de arte, que ya no es monumental, ni está vinculado a la religión, sino que está dotado de una observación naturalista, sentido decorativo, gusto por el color y virtuosismo técnico.
Micenas
Hacia el año 1600 a.c., Micenas (Peloponeso), se convirtió en un centro de riqueza y poder y en una civilización guerrera. Se desarrolló una sociedad estratificada y gobernada por la clase de los guerreros, sometidos a un jefe o rey (llamado ánax), que tiene el soporte de la aristocracia guerrera y de la burocracia. La vida social y económica gira alrededor del palacio, centro de gran poder político, económico, administrativo, militar o religioso. El grupo de hombres libres que se ocupa de la administración del palacio, era conocido como wa-na-ka, en contraposición al pueblo, da-mo, que debía cumplir con trabajos comunales y pagar impuestos a palacio. En lo más bajo de la escala social, encontramos a los esclavos, do-e-ro.
El hecho religioso es difícil de identificar en la civilización micénica, en particular cuando se trata de yacimientos arqueológicos, donde resulta complicado reconocer con seguridad un lugar de culto. Ningún gran templo de la época micénica ha podido ser identificado. Algunos edificios encontrados en las ciudadelas y que constan de una habitación central rodeada de pequeñas habitaciones, podrían haber servido de lugar de culto.
Se cree también que existió un culto doméstico, como el recuperado santuario de Filakopi, donde se han encontrado una importante cantidad de estatuas que sin duda formaban parte de ofrendas.
Los palacios micénicos están organizados alrededor de un conjunto de patios, a los que se abren diversas salas de diferentes dimensiones, entre las que se encuentran talleres y almacenes, además de zonas de residencia. El corazón del palacio es el megarón, la sala del trono, organizada alrededor de un hogar circular rodeado de cuatro columnas. El trono se encontraba generalmente sobre el lado izquierdo según se entra en la sala. Al parecer, los edificios eran de una sola planta.
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