dimarts, 27 de setembre del 2011

Filipo II de Macedonia


Filipo II nació en Pella, y era el hijo de Amintas III rey de Macedonia. Desde el 367 hasta el 365 a.C. fue retenido como rehén de guerra en Tebas, y durante ese periodo estudió la táctica militar de la falange tebana. En el 364 a.C. regresó a Macedonia convirtiéndose en regente de su sobrino Amintas IV, siendo el gobernante de hecho, hasta que en el año 356 a.C. se apoderó del trono.

Sentó las bases del poder militar de Macedonia, que heredó su hijo, Alejandro Magno, para conquistar y helenizar Oriente Próximo. Sin embargo, sus relaciones con Alejandro no eran del todo fluidas. Existen diversas teorías según las cuales el asesinato de Filipo II en el año 336 a.C. mientras asistía a las fiestas por el matrimonio de su hija con el rey de Epiro, fue el resultado de una maquinación de Alejandro y su madre Olimpia de Epiro, tras ser ésta repudiada por Filipo, y ante el temor de un posible cambio en la sucesión a favor de un hijo que tuvo éste con una joven macedónica.

Recientemente el arqueólogo griego Manolis Andronikos anunció el hallazgo de la tumba intacta de Filipo II de Macedonia en Vergina, en el emplazamiento de la antigua capital macedónica de Egas, junto a otras tumbas pertenecientes a su familia, como la de su madre Eurídice o su nieto Alejandro IV, aunque otros historiadores posteriormente lo han puesto en duda afirmando que realmente pertenece al nieto del rey macedónico, Filipo Arrideo.



Durante su periodo como regente, Filipo II reorganizó el ejército macedónico según el modelo de la falange tebana, unificando todas las etnias que lo componían y convirtiéndolo en una auténtica fuerza nacional, cuya disciplina y eficacia se aseguraba con un durísimo adiestramiento. Introdujo en su infantería pesada la sarissa, pica de entre 5,5 y 7 metros de longitud, más larga en las filas posteriores de soldados, que hacía de la falange macedónica una formación erizada, cuyo objetivo era fijar las filas enemigas para que el resto del ejército (infantería media y ligera, caballería pesada), las envolviera y aniquilara. A partir de aquí, comenzó su expansión por el mundo griego con la idea de conseguir la unidad política de todos los pueblos griegos bajo su mando. Inició también una profunda reforma de la administración y la economía, especialmente floreciente gracias a los recursos auríferos del monte Pangeo, arrebatados a la colonia ateniense de Anfípolis en Tracia, tras su invasión en el 357 a.C.

La primera etapa de la expansión macedónica tuvo lugar con ocasión de la Tercera Guerra Sagrada (356-346 a.C.), conflicto surgido en torno al santuario de Apolo en Delfos. Tras una acusación de sacrilegio por parte de los beocios contra los focidios, éstos se apoderan del santuario y su tesoro, provocando la intervención de Filipo, que tras su victoria en la llanura de Croco obtuvo el control de Tesalia. Posteriormente los macedonios extendieron su influencia a Iliria, Epiro, Tracia, Egeo septentrional y la Propóntide, dificultando así la llegada de trigo a Atenas, y provocando los primeros discursos del orador Demóstenes contra Filipo, al que presentaba como enemigo de la libertad y la democracia.

Poco a poco, Filipo fue conquistando las 32 ciudades de la Liga Calcídica, a pesar de los contingentes enviados por Atenas en ayuda de sus aliados, hasta que en el año 348 a.C. tomó y destruyó la capital de la Liga, Olinto. En este punto, Atenas comenzó unas negociaciones de paz, forzadas por la imposibilidad de formar un frente común contra Macedonia, que se concretaron en la Paz de Filócrates del año 346 a.C., que garantizaba las conquistas de Filipo. Ese mismo año, el rey macedonio derrota totalmente a los focidios, expulsándolos de la Anfictionía Délfica, derechos de pertenencia que son traspasados a Filipo y sus descendientes. De ésta manera se reconocía a Macedonia como un estado griego más, dotándole de la legalidad necesaria para intervenir en los asuntos políticos griegos.

En sus discursos, Demóstenes alerta a los atenienses de la ambición expansionista de Filipo, que según él, no tiene fin:

… ni Grecia ni los países bárbaros dan cabida a la ambición de este hombre. Y aunque todos los griegos vemos y oímos esto, no nos enviamos embajadas los unos a los otros para tratar estos asuntos ni nos indignamos; y estamos en tan mala disposición de ánimo y tan separados por fosos de ciudad a ciudad, que hasta el día de hoy no somos capaces de hacer nada ni de lo conveniente ni de lo necesario, ni de aliarnos, ni de constituir una comunidad de ayuda y amistad…

Demóstenes, Contra Filipo, Tercer Discurso. Trad. A. López Freire y J.M. Colubi Falcó

Tras la Paz de Filócrates, Filipo no dejó de reforzar su posición militar y diplomática, haciéndose con el control del Oráculo de Delfos, de suma importancia estratégica. Demóstenes, consiguió por fin, imponer sus tesis y crear una alianza militar contra Filipo. La guerra estalló en el otoño de 340 a.C., cuando Filipo se apoderó de una escuadra comercial ateniense de 180 navíos, y se saldó con la derrota de las fuerzas aliadas en Queronea, en agosto de 338 a.C.

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