dimarts, 26 de juliol del 2011

Arte Bizantino

Si tuviéramos que clasificar cronológicamente el arte Bizantino, lo situaríamos entre la época de Constantino y la caída del Imperio Romano de Oriente en 1453. El arte Bizantino puede considerarse, al menos en sus inicios, como la continuación del arte paleocristiano oriental, y poseía un marcado carácter teológico, donde el artista no aspiraba a una libertad de invención individual, sino que era la voz de un dogma ortodoxo establecido por la iglesia. La función del artista es traducir al lenguaje plástico el pensamiento de los teólogos, por lo que es un arte impersonal y tradicional. La elección de las figuras está determinada atendiendo a un plan cargado de sentido teológico. Si un artista trataba de innovar podía correr el riesgo de ser declarado hereje.

Podemos distinguir diversas fases en la formación y evolución del arte Bizantino:

·         Período protobizantino, que abarca desde la toma de Constantinopla hasta la época de Justiniano (527). Es una etapa de formación, en la que Oriente se separa del arte occidental.

·         Primera Edad de Oro, hasta finales del siglo VI, donde se configuran los aspectos formales básicos del arte Bizantino. Los temas iconográficos principales de esta época son los relativos a la vida, pasión y muerte de Cristo y la vida de la Virgen María. El tema fundamental era la deesis, es decir, la representación del Padre Eterno o Cristo acompañados de la Virgen y San Juan. También se representan vírgenes con el niño de frente, con los ojos agrandados y dolorosos.

·         Período de decadencia, que se prolonga hasta el año 850, caracterizada por la pugna entre iconódulos (a favor de las imágenes) e iconoclastas (destructores de imágenes), que dio como resultado la prohibición de todo el arte en la iglesia oriental. Por suerte, esta limitación tuvo una corta duración y ya para el siglo IX, el arte volvía a estar presente como instrumento de catequización y vehículo de devoción.

·         Segunda Edad de Oro, que dura hasta los comienzos del siglo XIII, cuando Constantinopla es conquistada por los cruzados. En esta época se consolidan los aspectos espirituales del arte Bizantino y constituye la verdadera etapa creadora y definidora de la estética bizantina. Las figuras acusan una cierta rigidez y monotonía, pero son muy expresivas en su simbolismo, con evidente desprecio de lo natural y las leyes espaciales. Son alargadas y con un aspecto de cierta deshumanización. Los modelos más repetidos son las figuras de Cristo con barba partida y de la Virgen, la Deesis y los dedicados a las doce fiestas litúrgicas del año.



·         Tercera Edad de Oro, que finaliza con la toma de Constantinopla en el año 1453. Esta época se enriquece con la iconografía de los ciclos marianos, de los santos y de los evangelios, y por influjos italianos. También se aprecia una mayor libertad compositiva y un evidente manierismo en las estilizaciones.

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