dilluns, 4 de juliol del 2011

Templos Griegos. Afaia

Orden dórico. Aproximadamente año 500 a.c.

Afaia era una diosa local de la isla de Egina, que contaba con un santuario en lo alto de una montaña. Al final del siglo VI a.c., coincidiendo con un momento de gran prosperidad comercial de los habitantes de la isla, se decidió construir un nuevo templo. Como el espacio era reducido hubo que construir un terraplén. Se accede a través de una rampa, que hace destacar la fachada, orientada al este. Tenía seis columnas en los lados menores y doce en los mayores.

El núcleo del edificio, perfectamente centrado en relación a la columnata, se estructura en un pronaos, una cella y un espacio simétrico en el opistodomos. Por tanto, se trata de una estructura ortodoxa, que cumple los cánones helenísticos. La cella se subdivide en tres partes, donde la central es el doble que las laterales, con una doble columnata de dos plantas. Se crea de esta manera una auténtica pantalla de columnas que flanquean la estatua de culto de la diosa, de oro y marfil. Se ven aún los agujeros de la reja de madera que protegía la estatua.

El edificio mide 13,8 por 28,5 metros y su clasificación es de períptero hexástilo dórico. Las columnas exteriores tienen una altura de 5,2 metros, con 93 centímetros de diámetro en la base. De las 32 columnas originales, 24 se hallan aún en pie. Se observan algunas correcciones para evitar las deformaciones ópticas propias de la arquitectura griega, como son el aumento del diámetro de las columnas de las esquinas, o la inclinación de la columnata hacia el interior.

Las esculturas de los frontones, realizadas con mármol de Paros, de grano muy fino, son uno de los conjuntos más importantes del momento de transición del siglo VI hacia el inicio del V a.c.. El tema de los dos frontones es la guerra de Troya, y la participación de los héroes locales Áyax y Telamón. El combate se presenta en presencia de la diosa Atenea, personaje situado en el centro. A ambos lados se disponen grupos de guerreros, con añadidos de bronce, hoy perdidos, y con rostros inexpresivos en contraste con el resto del cuerpo, trabajado hasta el más mínimo detalle.


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