Para entender la transformación mental que supuso el paso de una sociedad mítica a una lógica, hemos de fijarnos en las civilizaciones indoeuropeas, y en su cosmovisión trifuncional, un sistema mítico como el de las sociedades neolíticas y orientales antiguas, con la diferencia sobre éstas, de que en un momento dado, algunas de las civilizaciones indoeuropeas como Grecia y Roma, protagonizaron una transformación cualitativa de su forma de entender el mundo, dando origen al discurso lógico, basado no ya en arquetipos trascendentales sino en verdades inmanentes. Este cambio podemos situarlo en el tiempo, aunque no de forma contundente, en los comienzos de de la Grecia clásica y la Roma de finales de la República, con un paréntesis claro en las civilizaciones de la Edad Media, cuando se produjo un renacer de sociedades religiosas y arquetípicas.
Las civilizaciones indoeuropeas abarcan una gran amplitud en el tiempo y en el espacio, que podemos ubicar desde el Atlántico hasta la India, y desde el siglo VI ane. hasta la actualidad. Se define esencialmente por la lengua y por hechos culturales básicos, como la comentada trifuncionalidad, que representa un modelo mental que va más allá de lugares y épocas concretas, pues se trata de una estructura trans-temporal, de un hecho de sustrato.
Esta cosmovisión trifuncional, reconocida y estudiada por Georges Dumézil, se define como la combinación óptima que representan tres partes formando un todo, en la perfección que se consigue mediante la complementariedad armoniosa de tres polos. Es el modelo al que han recurrido todos los pueblos indoeuropeos de todas las épocas y latitudes para definir una sociedad perfecta. Las tres funciones son las siguientes:
· Función soberana. Se refiere al ejercicio del poder, al gobierno, a la legislación, a los poderes mágicos y religiosos, al sacerdocio. La ejercen los reyes sagrados, los sacerdotes, los jefes y los dioses soberanos.
· Función guerrera. Se refiere al ejercicio de la guerra y la violencia, tanto ofensiva y expansiva como defensiva y protectora. Es la función dinámica. La ejercen los guerreros, los soldados, los caballeros y los dioses de la guerra.
· Función nutritiva. Se refiere a todo lo que tiene que ver con la fecundidad en el sentido más amplio del término: alimentación, agricultura, ganadería, comercio, artesanado, economía en general, sexualidad, fertilidad. La ejercen los que sustentan la sociedad: agricultores y ganaderos, comerciantes, artesanos y los dioses de la fecundidad, del amor y de los oficios.
A pesar de tratarse de un sistema mítico, la cosmovisión trifuncional también puede hallarse en sistemas de discurso lógico. Discurso mítico y discurso lógico pueden compartir motivos, normalmente porque han pasado del primero al segundo, pero cuando esto sucede, estos motivos han sido completamente recategorizados, reinterpretados en función del nuevo universo discursivo que los acoge. Como ejemplo citar la “historización” llevada a cabo por los historiadores romanos sobre los mitos y leyendas de la formación y los orígenes nacionales de la potencia romana: en el transcurso del siglo IV ane. y hasta el comienzo del siglo III ane., Roma creó la necesidad de construir su historia. Para ello, intelectuales romanos e incluso griegos, se sumaron a la tarea, utilizando los mismos materiales que el discurso mítico, pero adecuándolos y dándoles una forma lógica, la forma de la historia. Desde su primera redacción, ya tuvo una apariencia erudita, sustrayendo del relato los acontecimientos maravillosos y convirtiéndolos en verosímiles, que se mantuvo después de varias revisiones. A pesar de las numerosas variables con las que se trabajó, la unidad literaria que nos ha llegado, convierte a la historia oficial de los primeros tiempos de Roma, en un largo relato unitario, coherente y estructurado, en el que ninguna parte podría ser suprimida u orientada en otra dirección sin arruinar el equilibrio y la intención del conjunto. Por tanto, se muestra a los primeros cuatro reyes, (Rómulo, Numa, Tulo Hostilio y Anco Marcio) como los instrumentos de una creación progresiva que respondieron en cada momento a las cuatro necesidades de Roma, que como un conjunto coherente, no podían ser satisfechas sino en este orden: la fundación con sus apoyos sobrenaturales, el culto y las leyes, la fuerza y las ciencias guerreras y la expansión demográfica y económica. En este esquema cuadripartito distinguimos claramente la trifuncionalidad indoeuropea, doble en el primer término: un rey semidiós y otro humano y sabio fundan la ciudad y la dotan de legislación; a continuación un rey auténtico técnico de la guerra, otorga a Roma un arte militar perfeccionado y un poderoso ejército y por último aparece un rey preocupado por el comercio, el bienestar, las construcciones y pendiente de las masas populares.
Anteriormente, en Grecia, entre los siglos VI y V ane, se produjo la aparición de los primeros filósofos, historiadores y científicos, que por una parte sustrajeron de la esfera trascendente una serie de hechos naturales y humanos, buscándoles causas fenomenológicas y sociales, y por otra parte, haciendo esto, singularizaron estos hechos, les dieron valor por sí mismos, introduciéndoles una nueva dimensión en el tiempo (tiempo lineal e histórico), y en el espacio (el espacio profano, sin modelos cósmicos). Es decir, introdujeron una nueva ontología basada en la relación causa-efecto entre los fenómenos, tanto naturales como sociales e históricos, y en la valorización de la realidad material y de los hechos por sí mismos. En palabras de Aristóteles, “las sutilezas mitológicas no merecen ser sometidas a un examen serio, Volvamos más bien al lado de aquellos que razonan por la vía de la demostración”.
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