La decoración iconográfica de las iglesias se ajusta a un programa teológico: realizada en la iglesia de cúpula sobre crucero, consigue su forma más pura en el período bizantino medio. Varios sistemas de símbolos se entrelazan entre sí. La Iglesia es una reproducción de la disposición jerárquica que existe en el Universo:
· La zona más alta, más clara y arquitectónicamente más pura simboliza el cielo y está reservada a las representaciones más sagradas, intemporales y supraterrenas: en la cúpula aparece Cristo en forma de Pantocrátor (Omnipotente, representación del Señor de medio cuerpo) sobre ángeles y profetas, o también la representación de la Ascensión, o de la venida del Espíritu Santo; en el ábside está representada la Virgen, entronizada o de pie.
· La segunda zona, la de las bóvedas, trompas y partes superiores de las paredes, simboliza la Tierra Santa, y presenta, en orden cronológico el calendario festivo del año litúrgico: contiene un ciclo, basado en la liturgia, de los acontecimientos de la vida de Cristo más importantes para la historia de la Redención y, además, la muerte de María. Cada suceso está presente en el cuadro en la festividad de su celebración; cada lugar sagrado se encuentra representado en el edificio.
· La tercera zona, la más cercana a lo terrenal, la ocupa el coro de los santos, que representan el poder de la fe de la Iglesia, y que se extiende a lo largo de nichos, arcadas y pilares; están ordenados, según su rango, desde los Padres de la Iglesia, en el recinto del altar, hasta las santas mujeres, en el nártex.
El recinto de la Iglesia y las imágenes que lo adornan forman, complementándose mutuamente, una unidad total, símbolo del orden divino del mundo, en el que está incluido, espacial y espiritualmente, el observador.
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