dimarts, 9 d’agost del 2011

Obras Románicas: El Juicio Final del Maestro Gislebertus


La catedral de Saint-Lazare en Autun fue una de las principales metas de peregrinación en la plena Edad Media. En el tímpano del portal occidental el maestro Gislebertus firmó su obra con una inscripción a los pies de Cristo. Su estilo se caracteriza por un fuerte alargamiento de las figuras humanas, por un extremado relieve, y por el juego gráfico de líneas, de gran sutilidad, además de por un finísimo trabajo con el cincel, que sustrae toda pesantez óptica de la piedra. Cristo Juez, como figura central colosal, tiene su modelo en Cluny.

Las proporciones fuera de lo común de los cuerpos que aparecen en el tímpano de Autun, y que se manifiestan especialmente en el grupo de apóstoles, marcan un extremo dentro de la escultura borgoñona del románico. La relación entre la figura y el fondo se agudiza al extremo, pues el escultor hizo una correlación estricta entre la capa anterior y posterior de los relieves. Todo movimiento corporal, toda acción gestual solo es posible en paralelo a esos planos de referencia y dentro de ellos.



El Juicio Final está dominado por Cristo Juez en la mandorla, que adquiere dimensiones gigantescas. A su derecha aparecen apóstoles, ángeles, la Jerusalén celestial y la Virgen María. A su izquierda se encuentra la escena en que se pesan las almas: con cuidado, el ángel sostiene el plato con los escogidos; algunos de estos ascienden ya a gozar de la visión beatífica. Desesperadamente, un monstruo del infierno intenta hacer descender hacia su lado el otro plato. En el dintel, encuentra espacio la resurrección de los muertos, que un ángel separa en salvados y condenados. El extremo está ocupado, del lado de los condenados, por el infierno, al que son lanzados los pecadores. Especialmente grotesco aparece el motivo de las manos como garras, que asen por la cabeza y el cuello a uno de los infelices.

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