En estos días se celebran las fiestas mayores de muchos pueblos de la geografía española, y en concreto las fiestas patronales de Ibdes, localidad aragonesa en la que me encuentro durante este mes de agosto. A los consabidos espectáculos de cabezudos, bailes en la plaza mayor o recitales de jotas, hoy se añade la vergonzosa y denigrante pasión tan extendida en este país, de la suelta de vaquillas, consistente en dejar ir a estos animales en un recinto vallado por las calles del pueblo, mientras los mozos y no tan mozos, las citan, persiguen, golpean y no sé cuántas barbaridades más.
Pero resulta, que a la gente del lugar les parece un espectáculo maravilloso, siempre con honrosas excepciones, mientras que a mí me echan en cara que al ser catalán no entiendo el significado de la “fiesta”. Pues no, no lo entiendo, y a mucha honra. No entiendo, en primer lugar el afán por maltratar a un animal por parte de los habitantes del pueblo. No entiendo que para divertirse, la gente ponga en riesgo su físico, o incluso su vida como hemos visto en otros encierros este verano, y mucho menos que los padres acudan al “festejo” acompañados de sus hijos de 8 o 12 años, y los inciten a saltar con ellos a por las vaquillas en una demostración de hombría tan al uso por estos lares. Claro, que hablamos de una localidad en la que parece que está prohibido llevar casco para circular en moto, y en la que los padres llevan a sus hijos en las mismas, por supuesto sin casco, o en la que conducir un coche con 13 años es celebrado como una prueba de madurez aunque esa misma criatura a duras penas sea capaz de entender lo que es una multiplicación. Pues bien, yo estoy orgullosos de no entender todas estas situaciones, aunque si podría dar una explicación, que me reservo.
Para más inri, resulta que el Ayuntamiento amenaza con recortar las fiestas si no hay más colaboración ciudadana, económica por supuesto, eso sí, salvando el espectáculo estrella sin el cual parece que no existan fiestas. En los tiempos que corren, con la mayoría de corporaciones locales empeñadas con cuantiosas deudas, solo dejar unos pocos datos: según el Gobierno de Aragón, el coste medio de 1 hora de suelta de vaquillas asciende a 1-500 €, a los que hay que sumar otra serie de conceptos, como los seguros obligatorios (500 €), los servicios médicos y veterinarios (450 €), la ambulancia (150 €) y los honorarios de gestión y contratación (400 €).
En resumidas cuentas, al ser catalán soy incapaz de entender de qué va todo esto. Hay que decir, que no todos los habitantes del pueblo están de acuerdo ni con el festejo ni con el dispendio. Igual es que tienen algún ascendente catalán aunque no lo sepan.
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