Cuando
hablamos de espacio urbano, podemos hacerlo en dos sentidos: el territorio
ocupado por las ciudades o aglomeraciones de población, o bien aquel espacio
público destinado al uso y disfrute de los habitantes de una ciudad, en el cual
se desarrollan actividades de todo tipo. Para el análisis de las
transformaciones urbanísticas de Molins de Rei, tendremos en cuenta la segunda
definición. La organización del espacio urbano es de vital importancia para mejorar
la calidad de vida de los habitantes de una ciudad, dotándoles, por ejemplo, de
mayores espacios abiertos o de una red de viales peatonales extensa. Veamos las
transformaciones urbanísticas acaecidas en los últimos años en Molins de Rei.
La historia de
Molins de Rei se remonta a finales del siglo XII, cuando empezaron a
construirse sus primeras edificaciones alrededor de una serie de molinos
autorizados por el rey Alfonso II de Aragón, para aprovechar los canales de
riego de la zona. La población fue en aumento hasta mediados del siglo XVIII,
en que se contabilizan 8 calles (que coinciden con el actual distrito de
“Centre Vila”) y una plaza (la actual Plaça de l’Església), y un total de 377
habitantes. La construcción a finales del siglo XVIII de un puente sobre el río
Llobregat, significó la conversión de Molins de Rei en un importante eje de
comunicaciones entre comarcas, y representó un relanzamiento de la actividad
comercial y económica de la villa, con el consiguiente aumento demográfico,
hasta el punto de alcanzar el millar de habitantes antes del final de siglo. La
construcción del Canal de la Infanta, en la ribera izquierda del Llobregat,
transformó toda la zona rural hasta Sant Feliu de Llobregat en campos de
regadío, y facilitó la implantación de nuevas industrias, ya que facilitaba la
fuente de energía necesaria para su funcionamiento.
Pero el
verdadero crecimiento urbanístico se produce a partir de 1927 con los primeros
planes urbanísticos promovidos por el ayuntamiento, que incluían la pavimentación
de las calles céntricas de la villa, y la construcción de nuevas escuelas, así
como de la red de alcantarillado, y el mercado municipal. La celebración de la
Exposición Universal de Barcelona el año 1929, atrajo gran cantidad de
inmigración, tanto a la capital catalana como al municipio de Molins de Rei,
que supo aprovechar su excelente situación geográfica para dar un nuevo impulso
a su economía, ampliando la superficie edificada con la creación de nuevos
barrios y escuelas. En el censo de 1930 ya contaba con 6.775 habitantes.
Este
crecimiento se vio interrumpido de forma brusca con el estallido de la Guerra
Civil, y mantuvo su ocaso hasta los inicios de la década de los cincuenta, en
que la actividad agrícola recuperó sus niveles de actividad anteriores. Sin
embargo, un crecimiento falto de planificación, llevó a la instalación
desordenada de nuevas industrias que condujo a la reducción de tierras de
cultivo y al abandono de las mismas.
El año 1954 se
aprobó el “Proyecto de Ordenación General” de la villa, que entró en vigor
finalmente el año 1957. El citado proyecto contemplaba la reforma del centro
histórico de la villa, la ordenación de nuevas zonas de ensanches, el desvío de
la carretera que cruzaba el pueblo, la ordenación de las zonas industriales y
la creación de zonas verdes protegidas. Algunos de estos proyectos, como la
reordenación industrial, dieron lugar a su vez, a un mejor aprovechamiento de
las zonas de cultivo, pero a un gran precio. Se construyó un polígono
industrial, que a día de hoy alberga gran número de empresas de todo tipo, pero
que destruyó gran parte de los acuíferos del Llobregat, hoy día totalmente
recuperados. Se preveía que a finales de siglo la villa contaría con 33.000
habitantes. Por suerte el crecimiento demográfico no ha sido tan importante, y
en el último censo de 2005, se contabilizaron 21.000 habitantes.
La mayoría de
los planes previstos en el proyecto, no se llevaron a cabo hasta la década de
los noventa, por ejemplo la cobertura de los canales y urbanización del Passeig
del Terraplè, hoy día espacio de encuentro y paseo para la población. A finales
de siglo, se llevó a cabo una obra fundamental para la calidad de vida de los
habitantes de la villa, como es la transformación en zona peatonal de gran
parte del centro histórico. También se finalizó la construcción de nuevos
barrios, con grandes zonas verdes, y amplias avenidas. Hay que decir que desde
la reinstauración de los ayuntamientos democráticos, se ha tenido muy en cuenta
el bienestar de los ciudadanos y el respeto al medio ambiente a la hora de
planificar el crecimiento de la villa. Se ha frenado el crecimiento de la misma
hacia la zona de Collserola, en un ejercicio de responsabilidad política y
social aplaudido por la mayoría de los habitantes.
En 1996 comenzó
la urbanización del nuevo barrio de La Granja, en terrenos que inicialmente
estaban previstos para explotación industrial en el plan de 1953. La toponimia
de sus calles hace honor a tareas agrarias, y como particularidad, decir que
compartía (hoy en día se aplica en más lugares) con algunos barrios de siete
ciudades europeas (Copenhague, Dublín, Glasgow, Lyon, Oporto, Rotterdam y
Turín) un sistema de calefacción y agua caliente basado en la utilización de
madera como combustible. El procedimiento fue pionero en su aplicación en
Catalunya y consiste en aprovechar los restos forestales de los bosques de
Collserola para alimentar calderas de uso colectivo. De esta manera, se limpia
el bosque, con la consiguiente disminución del riesgo de incendios, y se obtiene
una fuente de energía alternativa con un coste muy inferior al de las energías
convencionales.
En el año 2006
se inauguró la reforma del Mercat Municipal, dotándolo de nuevas y modernas
instalaciones, pero manteniendo su fachada y estructura originales, y
construyendo un aparcamiento subterráneo de 200 plazas, que alivia en gran
parte el déficit de plazas de aparcamiento del distrito en que se encuentra, el
de “Centre Vila”. Otras actuaciones recientes son la transformación en zona
peatonal de la plaza y de todas las calles que rodean la estación de tren, la
construcción de un nuevo hospital y la urbanización de barrios periféricos como
el de Conservas o la Riera Bonet, bastante abandonados hasta la fecha.
En la
actualidad, se trabaja en la remodelación de l’Hort de Can Roca, con la
construcción de zonas verdes y un nuevo aparcamiento subterráneo, y la nueva
edificación de “les Guardioles”. La reciente construcción de la vía del AVE no
ha afectado al término municipal de Molins de Rei, pues se ha ubicado en la
ribera derecha del Llobregat.
En definitiva,
con el paso de los años la urbanización de Molins de Rei ha hecho de la villa
un lugar confortable de residencia, con amplios espacios de solaz y disfrute
para la población, que promueven el espíritu colaboracionista y asociativo de
la comunidad. Por poner un ejemplo, comentar que desde mi ventana (vivo en
“Centre Vila” en el mencionado Passeig del Terraplè) tengo una vista envidiable
de las montañas de Vallirana o Corbera al Sur y de la montaña de Montserrat al
Oeste.
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