En el contexto de su aparición, las
tiranías no tenían la connotación negativa que a nosotros nos transmite el
término, ya que estaban basadas en el populismo y solían poner fin a los
regímenes oligárquicos imperantes en la época. Los tiranos nacieron en el seno
de la propia aristocracia, y eran individuos que accedían al poder de manera
ilegal, sin ninguna legitimidad institucional, y se mantenían en el poder
gracias a sus tropas y a su supremacía militar. A pesar de pertenecer a la
clase aristocrática, a menudo gobernaban contra ella, dándole la espalda en
diversas cuestiones, y facilitando el progreso de las clases más populares en
detrimento de su propia clase social.
Características fundamentales
En general, las diversas tiranías tienen
unas características comunes tanto en su gestación como en su desarrollo
posterior:
·
El
tirano pertenece a la clase social de la aristocracia y accede al poder de
forma ilegal, sin el beneplácito del consejo ni de la asamblea de ciudadanos.
·
Su
poder es absoluto y lo mantiene gracias a su guardia personal y a sus tropas.
·
Intentaban
perpetuar su poder en favor de sus descendientes.
·
Llevaron a cabo una serie de alianzas
dinásticas con familias de otras polis,
o con alianzas exteriores, para intentar calmar las tensiones y buscar
soluciones compartidas.
·
Protegían
la industria y el comercio, y promovieron una modernización de la agricultura.
·
Facilitaron
la independencia de los pequeños campesinos ante los grandes propietarios
aristocráticos.
·
Favorecieron
las obras públicas.
·
Reforzaron
los sentimientos comunitarios creando cultos y festivales alejados de los
cultos a los antepasados heroicos de los grupos aristocráticos.
Pisístrato, Hipias e Hiparco en Atenas
Pisístrato, fue un general ateniense,
pariente y amigo del legislador Solón,
que consiguió una gran fama militar en la guerra contra la vecina Megara. A
raíz de un atentado fingido, dio un empujón definitivo a su popularidad, muy
ligada a su vez, con la brutalidad de su guardia personal, y tomó la ciudad de
Atenas proclamándose tirano (560-527 a.C.). Sus opositores del partido
aristocrático, Licurgo y Megacles, huyeron de Atenas, pero regresaron y
consiguieron expulsar del poder a Pisístrato en el año 556 a.C., enviándolo al
exilio en la isla de Eubea. Sin embargo, Pisístrato consiguió una alianza con
Megacles que le devolvió el poder, y el matrimonio con su hija. Posteriormente
se generó una dura contienda provocada por el incumplimiento de sus
“obligaciones matrimoniales” que alejó nuevamente a Pisístrato del poder. Pero
no se dio por vencido y gracias al apoyo de Tebas y Argos, regresó a Atenas,
venciendo a sus enemigos en el año 541 a.C., restableciendo su tiranía, que
duró hasta su muerte por causas naturales el año 527 a.C., siendo sucedido por
sus hijos Hipias e Hiparco.
En los primeros años del gobierno de
Hipias e Hiparco, continuaron con una política moderada similar a la
desarrollada por su padre, pero el asesinato en el año 514 a.C. de Hiparco a
manos de Harmodio y Aristogitón, provocó el endurecimiento del gobierno por
parte de Hipias, con una política represiva, hasta que en el año 510 a.C. fue
expulsado de Atenas con la ayuda de los espartanos.
La tiranía de los Pisistrátidas supuso la
prosperidad de Atenas. Favoreció al pequeño y mediano campesino mediante
créditos a bajo interés, y concedió tierras a los ciudadanos más pobres.
También impulsó el cultivo de la vid y de las actividades artesanales y
comerciales, redujo los impuestos, atendió a los ancianos y a los discapacitados
e instauró la figura de los jueces de distrito. Patrocinó las artes y adornó
Atenas con muchos edificios hermosos, que no sólo embellecieron la ciudad, sino
que dieron trabajo a numerosos ciudadanos pobres. Finalmente se impulsaron los
cultos comunitarios como el de Atenea y el de Dioniso.
Como muestra de la visión de la tiranía
de Pisístrato, transcribo un texto de Aristóteles:
Pisísitrato
gobernaba, como queda dicho, los asuntos de la ciudad moderadamente y más
cívica que tiránicamente. En efecto, además de ser humanitario, comprensivo e
indulgente con los que delinquían, también prestaba dinero a los pobres para su
trabajo, de suerte que pudieran sustentarse cultivando la tierra. Esto lo hacia
por dos causas, para que no viviesen en la ciudad sino esparcidos por el campo
y, para que, abundando en cosas modestas y dedicados a sus asuntos propios, no
deseasen ni tuviesen tiempo de preocuparse por los asuntos comunes. Al mismo
tiempo resultaba que sus recursos aumentaban con el cultivo de los campos, ya
que cobraba el diezmo de lo que se producía. Por esto, designó jueces por demos
y él mismo salía muchas veces al campo para inspeccionar y reconciliar a los
litigantes, no fuese que descuidasen su trabajo por bajar a la ciudad. A
consecuencia de una de tales salidas, dicen que a Pisístrato le sucedió esto
con uno que trabajaba en el Himeto, en el llamado después lugar inmune, pues,
al verle cavando y trabajando un puro pedregal, lleno de asombro ordenó a un
esclavo que le preguntase qué sacaba del lugar; y éste dijo: “Tanto cuantos
males y dolores, y de éstos Pisístrato debe coger la décima parte”. El hombre
contestó sin saber, pero Pisístrato, contento por su sinceridad y amor al
trabajo, le eximió de todo tributo. Además no molestaba al pueblo nada con su
poder, sino que siempre buscaba la paz y mantenía la tranquilidad. Por eso se
extendió mucho la fama de que la tiranía de Pisístrato era la vida del tiempo
de Crono; pues ocurrió que más tarde, cuando le heredaron sus hijos, el poder
se hizo mucho más duro.
Aristóteles, Constitución de los atenienses, 16, 2-7, trad. De A. RUIZ SOLA.
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