Hesíodo nació en
Ascra y pasó su juventud cuidando de un rebaño de ovejas y realizando las
tareas propias de un campesino. Su primera obra, Los trabajos y los días, es el primer ejemplo de poesía didáctica,
destinada a instruir más que a entretener. Relata las experiencias de Hesíodo
durante su época de campesino, y está salpicada de episodios alegóricos y
fábulas, subrayando la importancia del trabajo y la rectitud, en un estilo
sencillo y moralizante.
También es suya, la Teogonía, o nacimiento de los dioses,
que narra la creación del mundo a partir del caos, el nacimiento de los dioses
y sus hazañas. La última parte contiene una lista de las hijas de Zeus, así
como de mujeres mortales. Esta lista es la introducción a un poema perdido, Catálogo de las mujeres, que narra las
hazañas de los héroes nacidos de mujeres mortales. De su obra restante no
quedan más que títulos y fragmentos, muchos de los cuales se atribuyen a
imitadores de Hesíodo, y que hoy se conoce como la escuela hesiódica.
El
castigo de la hybris humana
La hybris, es un concepto griego que
podríamos traducir como “desmesura”, y que está relacionado con el concepto de moira (destino). El destino es la parte
de felicidad o desgracia, el lote de vida o de muerte, la porción de fortuna
que corresponde a cada uno en función de su posición social y de su relación
con los dioses y los hombres. El hombre que comete hybris, es culpable de
querer más que la justa medida que el destino nos asigna. Su castigo es la némesis, o
el castigo de los dioses que tiene como efecto devolver al individuo dentro de
los límites que cruzó.
Un ejemplo de la hybris humana es el de Prometeo. Según
el mito, Prometeo y su hermano Epitemeo fueron los encargados de crear la
Humanidad y de la tarea de proveer a los seres humanos y a todos los animales de los recursos
necesarios para su subsistencia. Epitemeo creó a todos los animales y les dotó
de sus características particulares, mientras Prometeo fue modelando una mezcla
de tierra y agua con la que creó a los hombres. Como pretendía que éstos fueran
superiores al resto de las criaturas mortales, les concedió el fuego, con el
que alcanzaron la supremacía entre los mortales. Con ocasión de una disputa,
sobre que partes de un animal debían ser ofrecidas en sacrificio a los dioses,
pretendió engañar a Zeus haciendo que recibiera la peor parte de un animal
sacrificado y los seres humanos la mejor. Para ello, colocó las partes
comestibles de un buey, la carne y las entrañas, y las recubrió con el vientre
del animal. En otra pila, puso los huesos y los cubrió de grasa. Pidió a Zeus
que eligiese entre las dos pilas, y éste optó por la grasa sintiéndose muy
disgustado al descubrir que ésta cubría una pila de huesos. A partir de ese
momento, sólo la grasa y los huesos se entregaron a los dioses en sacrificio,
quedando la buena comida para los mortales.
Como castigo, Zeus
privó a los hombres del fuego, con lo que pretendía castigar indirectamente a
Prometeo, que era considerado como el gran benefactor de la humanidad.
El
castigo de la contravención de una orden divina
En respuesta a la
privación del fuego a la humanidad por parte de Zeus, Prometeo decidió robarlo,
contraviniendo la voluntad del dios, para lo cual subió al monte Olimpo y lo
robó de la forja de Hefesto, ocultándolo en el tallo de una cañaheja y
devolviéndolo a la humanidad.
Irritado por esta
segunda ofensa, Zeus ordenó a Hefesto que modelara en arcilla una imagen con
apariencia de casta doncella, a la que Atenea adornó con vestidos de
resplandeciente blancura, las Gracias enjoyaron, las Horas cubrieron de flores,
Afrodita otorgó belleza infinita, y el resto
de los dioses olímpicos dieron algún don para convertirlo en daño para los
hombres. Finalmente Hermes introdujo en ella la semilla de la maldad. Zeus dio
vida a ésta figura y la llamó Pandora, entregándole un cofre que contenía
bienes y presentes para Prometeo, advirtiéndole que no lo abriera (en realidad
el cofre contenía toda serie de males y pestes, y la verdadera intención de
Zeus era que fuera abierto), enviándola por medio de Hermes a Prometeo, que la
rechazó. Zeus, indignado por la afrenta, envió a Prometeo al Cáucaso, donde fue
encadenado a una roca, y envió un águila para que se comiera su hígado. Siendo
éste inmortal, su hígado volvía a crecerle cada noche, y el águila volvía a
comérselo cada día, hasta que Heracles le liberó disparando una flecha al
águila.
Pero Epimeteo,
hermano de Prometeo, se enamoró perdidamente de Pandora, y aceptó como dote el
cofre que contenía todas las desgracias (plagas, dolor, pobreza…) con las que
Zeus quería castigar a la humanidad. Epimeteo, haciendo caso omiso de las
advertencias de Prometeo, en el sentido de no aceptar ningún regalo de los
dioses, se casó con ella, y Pandora no pudo contener su curiosidad y terminó
abriendo el cofre, esparciendo sobre los hombres todas las desgracias.
Origen
de Afrodita
Dos tradiciones
distintas relatan el nacimiento de Afrodita:
·
En
la Ilíada de Homero, aparece como
hija de Zeus y de Dione, una de sus consortes, y es la esposa de Hefesto, dios
del fuego. Entre sus amantes figura Ares, dios de la guerra, y rivaliza con
Perséfone, reina del mundo subterráneo, por el amor del hermoso Adonis.
·
En
la Teogonia de Hesíodo, se explica el
nacimiento de Afrodita a partir de la castración de Urano por parte de su hijo
Cronos, que arrojó sus genitales al mar. Alrededor de ellos surgió una espuma
blanca en medio de la cual nació la doncella, que primero navegó hacia Citera y
desde allí se dirigió a Chipre rodeada de corrientes. Salió del mar, haciendo
crecer la hierba a sus pies.
A finales del siglo V
a.C. los filósofos separaron a Afrodita en dos diosas distintas, no
individualizadas en el culto, dependiendo de la tradición que recogía su
nacimiento. La diosa nacida de Zeus y Dione, era Afrodita Pandemos, y la nacida
de la espuma, Afrodita Urania.
Desde su origen,
recibió diversos nombres:
·
Afrodita,
porque nació en medio de la espuma.
·
Citerea,
porque se dirigió a Citera
·
Ciprogénea,
porque nació en Chipre, lugar de muchas olas.
·
Filomedea,
porque surgió de los genitales.
En ocasiones se le
llamaba Afrodita Acidalia, por la fuente que usaba para bañarse, situada en
Beocia. También fue llamada Cipris o Cipria, aludiendo a Chipre.
En cuanto a su
correspondencia en otros cultos distintos al griego, Afrodita es la equivalente
a la diosa romana Venus, la fenicia Astarté,
o la etrusca Turan.
Su culto se extendió
a través de numerosos templos, entre los que destacan el de Afrodisias, en la
región de Caria, el de Pafos, al suroeste de la costa de Chipre, o el de
Corinto, en el Peloponeso.
Afrodita tenía
también sus propios festivales, las Afrodisias, que se celebraban por toda
Grecia, pero particularmente en Atenas y Corinto. En Corinto, en el gran templo
situado en el Acrocorinto, se practicaba la prostitución religiosa por parte de
las sacerdotisas de Afrodita, llamadas hieródulas (siervas sagradas), como
método de adoración a Afrodita.
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